martes, 23 de febrero de 2010

DURANTE ÉPOCAS - en vímeo y en you tube -


Capítulo II


Las Épocas polar, Hiperbórea, Lemúrica y Atlante son recapitulaciones de las etapas que atravesaron los Espíritus Virginales y, por consiguiente, el cuerpo vital se modificó durante esas épocas.

Cuando el hombre en la Época Polar apareció por primera vez sobre la tierra, el cuerpo denso fue el primer vehículo que se construyó y en la Época Hiperbórea fue vitalizado por la interpenetración del cuerpo vital. En aquél entonces el hombre era parecido a los Ángeles, macho-hembra, una completa unidad creadora, capaz de engendrar por sí mismo proyectando toda su fuerza creadora: el amor.


Cuando la Tierra surgió del Caos, se encontraba en la etapa rojo-oscuro que conocemos como Época Polar. Entonces la humanidad desarrolló primeramente un cuerpo denso que no era absolutamente, como nuestro cuerpo actual, por supuesto. Cuando el estado de la Tierra se volvió ígneo, en la Época Hiperbórea, entonces se agregó el cuerpo vital y el hombre se convirtió en algo similar a las plantas, esto es, tenía los mismos vehículos que tienen las plantas actualmente y también una conciencia similar, que -quizás pudiéramos mejor calificar de inconsciencia, parecida a la que tenemos durante el sueño sin ensueños, cuando sólo los cuerpos vital y denso quedan en el lecho.

Los Señores de la Forma aparecieron en la Época Hiperbórea conjuntamente con los Ángeles (la humanidad del Período Lunar) y envolvieron la forma densa del hombre con un cuerpo vital.

Como la Época Polar era realmente una recapitulación del Período de Saturno, puede decirse que durante ese tiempo el hombre pasó a través del estado mineral; tenía el mismo vehículo -el cuerpo denso- y una conciencia semejante a la del estado de trance. Por razones análogas, atravesó el estado vegetal durante la Época Hiperbórea, pues el hombre tenía entonces un cuerpo denso y uno vital y su conciencia era semejante a la del sueño sin ensueños.

Absorbiendo los cristaloides preparados por los vegetales, el ser humano desarrolló un cuerpo vital en la Época Hiperbórea y se convirtió en algo similar a las plantas, tanto por su constitución como por su naturaleza, pues vivía sin hacer esfuerzo alguno y tan inconscientemente como las plantas.

En la segunda o Época Hiperbórea, se agregó un cuerpo vital de éter; entonces el hombre -en desarrollo ya poseía un cuerpo constituido como aquel de las plantas actuales. Caín, el hombre de esa época, es representado como un agricultor; sus alimentos provenían de los vegetales únicamente, en razón de que las plantas contienen la cantidad mayor de éter entre todos los sólidos.
Se describe a Caín como un agricultor. Él simboliza el hombre de la segunda Época. Tenía un cuerpo vital análogo al de las plantas que lo sostenía.

En la segunda o Época Hiperbórea, Dios dijo: "Hágase la Luz", el calor se convirtió en una masa ígnea luminosa semejante a la del Período Solar y el cuerpo denso humano se encerró en un cuerpo vital flotando de aquí para allá sobre la Tierra ignescente, como una cosa grande en forma de saco o bolsa. El hombre era entonces análogo al vegetal porque tenía los mismos vehículos que tienen las plantas actuales y los Ángeles eran sus auxiliares en la organización de su cuerpo vital, como lo son en nuestros días.

Esto puede parecer una anomalía, pues los Ángeles son la humanidad del Período Lunar, en el que obtuvo el hombre su cuerpo de deseos. Pero no es así, porque únicamente en el Período Lunar la Tierra evolucionante se condensó en éter, tal como el que ahora forma nuestro cuerpo vital y la humanidad (los Ángeles actuales) aprendió allí entonces a construir sus cuerpos más densos con materia etérica, así como nosotros estamos aprendiendo a formar los nuestros con los sólidos, líquidos y gases de la Región Química. Y se hicieron muy expertos en la construcción de esos cuerpos, así como lo seremos nosotros en estructurar un cuerpo denso cuando finalice el período Terrestre.

En la Época Polar el hombre tenía solamente un cuerpo denso, pobremente organizado; de ahí que estuviera inconsciente e inmóvil como los minerales, que ahora están constituidos así. En la Época Hiperbórea su cuerpo denso quedó envuelto en un cuerpo vital y el Espíritu se cernía fuera. Los efectos de tal naturaleza pueden observarse en los vegetales, que están ahora constituidos análogamente.
En ellos vemos repetición constante, formación de tallos y hojas hacia arriba en sucesión alternada, lo que seguiría produciéndose ad infinitum de no haber otra influencia. Pero como la planta no tiene cuerpo de deseos separado, el cuerpo de deseos de la Tierra, el Mundo del Deseo, endurece al vegetal y frena su intenso crecimiento en cierta medida. La fuerza creadora que no puede encontrar expresión haciendo crecer a una planta particular, busca otra salida: forma la flor y se acumula en la simiente, para que pueda crecer otra vez en una nueva planta.

En la Época Hiperbórea, en la que el hombre se encontraba en parecidas condiciones, su cuerpo vital lo hacía crecer hasta alcanzar un tamaño enorme. El Mundo del Deseo al obrar sobre él, le hacía echar unas simientes semejantes a esporas, que o bien eran apropiadas por otros Egos humanos o eran empleadas por los espíritus de la Naturaleza para formar los cuerpos animales que comenzaban a emerger del Caos. (La oleada de vida superior es la que emerge primera al principio de un período y es la última que va al Caos; las siguientes oleadas de vida -animal, vegetal y mineral- surgen más tarde y se van más pronto).

De esa manera, en la Época hiperbórea, cuando el hombre era análogo a los vegetales en
constitución, su cuerpo vital formaba vértebra tras vértebra y hubiera seguido así si no se le hubiera dado un cuerpo de deseos en la Época Lemúrica. Ese cuerpo comenzó a endurecer la estructura y a dominar la tendencia a crecer, siendo el resultado de esto el cráneo, la flor que se encuentra al final del tallo de la columna espinal que comenzó entonces a formarse.
Obstaculizada en sus esfuerzos para construir una forma más grande, se hizo necesario que la fuerza creadora del cuerpo vital buscara otra salida por al cual pudiera seguir creciendo hacia arriba en otro ser humano. Entonces el hombre se hizo hermafrodita, capaz de generar un nuevo cuerpo de sí mismo.

Entonces llegamos a la segunda, o Época Hiperbórea, cuando el hombre poseía un cuerpo denso y un cuerpo vital; era similar en constitucióna a la planta. Se alimentaba de vegetales y se habla de Caín como de un agricultor. Inmediatamente después tenemos la Época Lemúrica, cuando el hombre ya tenía un cuerpo de deseos, es decir, él poseía tres vehículos, igual como los animales.

Entonces llegamos a la etapa, cuando el hombre necesita alimentos para mantener sus tres cuerpos.
Los obtiene de animales vivientes y se dice que Abel era un pastor.
Cuando el ser humano adquirió su cuerpo vital en la Época Hiperbórea, el Sol, la Luna y la Tierra estaban aún unidos y las fuerzas solares-lunares penetraban en cada ser en la misma medida, de modo que todos podían perpetuar su especie por brotes y esporas, igual como lo hacen las plantas actuales. Los esfuerzos del cuerpo vital para ablandar el vehículo denso y mantenerlo vivo, entonces no eran contrarrestados y esos cuerpos primitivos, parecidos a las plantas, vivían siglos. Pero como el hombre era inconsciente e inmóvil a la manera de las plantas, no hacía ningún esfuerzo, le faltaba ímpetu. La inclusión de un cuerpo de deseos agregó estímulo y deseos y la conciencia surgió como resultado del estado de guerra entre el cuerpo vital que construye y el cuerpo de deseos que destruye al cuerpo denso.

Entonces, la disolución ya solo era una cuestión de tiempo, sobre todo en razón de que la fuerza creadora era también dividida, pues una parte, o polo, servía para las funciones vitales del cuerpo y el otro para reemplazar el vehículo perdido por la muerte. Pero como dos polos de un magneto o dínamo son requeridos imprescindibles para la manifestación, asimismo dos seres de distinto sexo son imprescindibles para la generación; entonces para contrarrestar la muerte se instituyó el casamiento y el hombre empezó a nacer. La Muerte es el precio que pagamos para nuestra conciencia en este mundo. El casamiento y los nacimientos repetidos son nuestras armas contra el terror más grande de la humanidad -la Muerte- hasta que se cambie nuestra constitución y nos convirtamos en Ángeles.

Los vehículos superiores de los atlantes primitivos, no estaban en posición concéntrica con relación al cuerpo denso, como lo están los nuestros. El Espíritu no era aún del todo un Espíritu interno; estaba parcialmente al exterior y, por lo tanto, no podía dominarlos tan facilmente como cuando está completamente dentro. La cabeza del cuerpo vital estaba fuera y se mantenía mucho más arriba que la del cuerpo físico. Hay un punto entre las cejas a una media pulgada bajo el cutis que tiene un punto correspondiente en el cuerpo vital. Ese punto no es el cuerpo pituitario que está mucho más adentro de la cabeza del cuerpo denso. Puede llamarse la "raíz de la nariz". Cuando esos dos puntos del cuerpo vital y del físico se ponen en correspondencia, como sucede en el hombre acutal, el clarividente los ve como una manchita negra, o mejor dicho, como un espacio vacío, semejante a la
parte invisible de la llama del gas. Éste es el asiento del Espíritu interno del hombre, el Santuario de los Santuarios (Sancta Sanctorum) del templo del cuerpo humano, cerrado para todo lo que no sea el Espíritu morador del hombre, el Ego, cuyo hogar es. El clarividente desarrollado puede ver con mayor o menor claridad, de acuerdo con su capacidad y ejercitamiento, todos los dirferentes cuerpos que forman el aura humana. Únicamente ese punto, ese sitio, está oculto para él. Esto es la "Isis" cuyo velo nadie puede levantar. Ni aún el ser más evolucionado puede quitar el velo al Ego de la más humilde o menos desarrollada criatura. Eso y únicamente eso, sobre la tierra es tan sagrado que está completamente a salvo de toda intrusión.
Esos dos puntos de los que acabamos de hablar -uno en el cuerpo denso y su contraparte en el cuerpo vital- estaban muy separados en el hombre de los primitivos tiempos de la Atlántida, como lo está en los animales actuales. La cabeza del cuerpo vital del caballo está muy separada de la de su cuerpo denso. Esos dos puntos están más próximos en el perro que en cualquier otro animal, salvo quizás en el elefante. Si llegan a juntarse se da el caso de animales prodigios, que pueden contar, deletrear, etc.

Debido a la distancia entre esos dos puntos, el poder de percepción del atlante era mucho más agudo en los mundos internos que en el mundo Físico, obscurecido además por esa atmósfera de neblina densa y pesada. Con el tiempo, sin embargo, la atmósfera se fue haciendo gradualmente más clara; al mismo tiempo que el punto citado en el cuerpo vital se fue acercando poco a poco al punto correspondiente del cuerpo denso. Conforme se iban aproximando, el hombre iba perdiendo su contacto con los mundos internos, haciéndose estos más oscuros conforme el físico se aclaraba.

Finalmente, en el último tercio de la Época Atlante, el punto del cuerpo vital se unió al del cuerpo físico correspondiente. Hasta ese momento no estaba el hombre plenamente consiente del Mundo Físico; pero al mismo tiempo que se obtuvo la plena visión y percepción en el Mundo físico, se perdió gradualmente la capacidad de percibir los mundos superiores, en la mayoría de la humanidad.

En el transcurso de la existencia de esta Raza (los Semitas Originales), la atmósfera de la Atlántida comenzó a aclararse definitivamente y el punto ya mencionado del cuerpo vital se puso en correspondencia con su compañero del cuerpo denso. La combinación de los sucedios dio al hombre la capacidad de ver los objetos con claridad y nitidez, con contornos bien definidos; pero esto también provocó la pérdida de su visión de los mundos internos.
Durante las edades que transcurrieron desde la Época Lemúrica, la humanidad desarrolló poco a poco el mismo nervioso cerebro espinal, sistema que está bajo el dominio de la voluntad. En la última parte de la Época Atlante, dicho sistema se desarrolló lo bastante como para permitir al Ego tomar plena posesión del cuerpo denso. Entonces fue el momento (como ya lo hemos mencionado) cuando el punto del cuerpo vital y el punto del cuepo denso se correspondieron en la raíz de la nariz y el Espíritu morador se despertó en el Mundo Físico para perder su conciencia en los mundos internos, lo que sucedió en la gran mayoría de la humanidad.

del libro "El Cuerpo Vital", de Max Heindel
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