martes, 23 de febrero de 2010

SALUD Y ENFERMEDAD - en vímeo y en you tube -

Capítulo IV


    El cuerpo vital tiene un papel importante en la salud y en la enfermedad. Lo afectan amputaciones, accidentes, ahogos, choques, penas y remordimientos. En caso de no estar en posición concéntrica en relación con los otros vehículos del Ego, puede traer en consecuencia insania o idiotez.

      Si se presta estricta atención a la higiene y a la dieta, el cuerpo denso es el más principalmente afectado, pero al mismo tiempo se produce también un efecto sobre los cuerpos vital y de deseos, porque cuanto más puros y mejores materiales se empleen en la construcción del cuerpo denso, las partículas se encuentran envueltas en éter planetario y materia de deseos más pura, y todos esos cuerpos se purifican y mejoran. Si la atención se dedica únicamente a la higiene y al alimento, los cuerpos vital y de deseos individuales podrán permanecer casi tan impuros como antes, pero sin embargo, se habrá hecho un poco más fácil ponerse en contacto con el bien, que si se hubieran empleado alimentos groseros.
     Por otra parte, si no obstante los disgustos, se cultiva un carácter ecuánime y también intereses literarios y artísticos, el cuerpo vital producirá una impresión de delicadeza y de refinamiento en los asuntos físicos, y engendrará sentimientos y emociones más nobles en el cuerpo de deseos.
    El tratar de cultivar las emociones, también reacciona sobre los otros vehículos y ayuda a
mejorarlos.
    Las tendencias positivas y constructivas del cuerpo vital _vehículo del amor_ no se prestan fácilmente a la observación. Sin embargo se pudo comprobar que el contentamiento alarga la vida de cada ser que lo cultiva. Por lo tanto, podemos decir sin miedo de equivocarnos, que el niño concebido en un ambiente de armonía y amor tiene mejores posibilidades en la vida, que aquél que fue concebido en un ambiente de pasión, ebriedad y descontento.
   El cuerpo vital nace más o menos a los siete años, es decir, en la época de la segunda dentición del niño.
  Hay problemas muy importantes que deben y pueden tratarse solamente durante ciertos períodos de la infancia, y los padres deben saber cuáles son. Aunque los órganos ya están formados cuando nace la criatura, las líneas de crecimiento se determinan durante los siete primeros años, y si no están bien delineadas, un niño sano puede convertirse en un hombre o en una mujer enfermiza.
   En todo lo que vive el cuerpo vital irradia torrentes de luz, la cual proviene de la energía que se gasta en la construcción del cuerpo denso. En estado de salud, estas irradiaciones arrastran todos los venenos del cuerpo, y lo mantienen limpio. Condiciones similares prevalecen en el cuerpo vital de la tierra, siendo éste el vehículo de Cristo. Las fuerzas ponzoñosas y destructivas, generadas por nuestras pasiones, son llevadas lejos por las fuerzas vitales de Cristo, pero cuando pensamos u obramos mal, traemos a Él una proporción de dolor que se hace parte de su Corona de Espinas, decimos corona, porque siempre se considera a la cabeza como sede de la conciencia. Tendríamos que darnos cuenta que cada vez que obramos mal, estamos afligiendo a Cristo y le clavamos una nueva espina dolorosa.
  No podemos asimilar minerales, pues ellos carecen de un cuerpo vital, y por lo tanto el hombre no puede acelerar las vibraciones de los minerales a su diapasón. Las plantas tienen un cuerpo vital, pero no son conscientes de si mismas; por lo tanto se asimilan muy fácilmente, y permanecen en el cuerpo más tiempo que las células de alimentos animales compenetradas por un cuerpo de deseos.
   Los cuerpos de los animales vibran intensamente, y por lo tanto se necesita mucha energía para asimilar sus células, que se escapan rápidamente. De ahí que la dieta carnívora exige alimentarse más frecuentemente.
  La enfermedad aparece primeramente en los cuerpos de deseos y vital; ellos se hacen más tenues en su textura y no especializan el fluido vitalizador en la misma proporción, como lo hacen en estado de salud. Entonces el cuerpo denso cae enfermo. Cuando el enfermo se sana, los vehículos superiores notan mejoría antes de que la salud se manifieste en el Mundo Físico.
   Cuando un vidente examina a una persona, que está por enfermarse, se da cuenta que el cuerpo vital está atenuándose, y cuando se pone tan tenue que ella no puede sostener el cuerpo denso, este último comienza a manifestar signos de enfermedad. Por otra parte, un poco antes de que comience la recuperación física, el cuerpo vital poco a poco se pone más denso en su estructura, y luego empieza el período de convalecencia.
   Durante la enfermedad, el cuerpo vital especializa muy poca energía solar. Entonces por algún período, el cuerpo visible parece alimentarse del cuerpo vital y así este vehículo se pone más transparente y más tenue, al mismo tiempo que el cuerpo visible demuestra signos de extenuación.
 Las radiaciones eliminadoras faltan casi completamente durante la enfermedad y por lo tanto las complicaciones son frecuentes.
   El hombre teniendo un cuerpo físico positivo, posee un cuerpo vital negativo. Por lo tanto, no puede resistir a la enfermedad tan bien como la mujer, que tiene un cuerpo físico negativo, pero su cuerpo vital es positivo. De ahí que la mujer puede soportar tantas y tales enfermedades que matarían a un hombre de doble peso y que aparente tener mucha más vitalidad. La mujer sufre más intensamente que el hombre, pero soporta el dolor con más valor. Cuando ha pasado el momento crítico, el cuerpo vital de la mujer polarizado positivamente, parece chupar, como si tuviera un millón de bocas, la energía solar y luego se hincha, se agranda y comienza casi inmediatamente a irradiar torrentes de luz, tan características para la salud, con el resultado que el cuerpo físico se recupera rápidamente.
   Por otra parte, cuando un hombre se ha debilitado mucho por causa de enfermedad, una vez pasada la crisis, su cuerpo vital polarizado negativamente, se parece a una esponja. Absorberá toda la energía solar que pueda, pero sin la avidez que caracteriza el cuerpo vital de la mujer. En consecuencia se demora largo tiempo en el umbral de la muerte, pero como está más predispuesto a abandonar la lucha, sucumbe más fácilmente que la mujer.
   Mirando a una persona enferma con la visión espiritual, se nota que el cuerpo está muy debilitado y atenuado, en proporción con los desgastes hechos por la enfermedad. No se ven más las irradiaciones en líneas rectas como cuando el cuerpo es sano, sino emanaciones débiles que se encurvan formando remolinos y espirales que quedan sobre el cuerpo denso. La coloración no es rosado-purpúreo, como debería ser, sino gris opaco en la mayoría de las partes del cuerpo, y la región particularmente enferma está envuelta en algo, que se parece a una masa negra gelatinosa.
  Esto es, como podríamos llamarlo, la vibración de la enfermedad, y cuando se da al enfermo o a la enferma un tratamiento magnético, esta masa negra ponzoñosa pasa a las manos del sanador.
Cuando el sanador la arroja de sí con un vigoroso movimiento, la masa cae al suelo y si entonces el paciente pasa por ese lugar, la reabsorberá. Por lo tanto, el autor siempre ha tenido la costumbre de echar esas miasmas por la ventana, o bien en una chimenea donde se queman y entonces no pueden dañar.
   Mientras un órgano esté enfermo siempre genera esta masa ponzoñosa que flota a su alrededor e impide a las corrientes del cuerpo vital penetrar en él. El trabajo del magnetizador consiste simplemente en limpiar el órgano enfermo de las miasmas y abrir así el camino al flujo de la corriente vital, dadora de vida y de salud. El alivio generalmente es sólo temporal, pues el órgano enfermo y debilitado continúa generando las miasmas ponzoñosas, como las llamamos, y entonces muy pronto se necesita otra “limpieza” por parte del magnetizador. Este estado de cosas subsiste hasta que las corrientes vitales se fortalecen lo bastante para vencer y echar fuera los efluvios dañinos y limpiar el órgano por sus propios esfuerzos. Entonces retorna la salud.
   El osteópata mira a la enfermedad desde otro ángulo y manipula a los nervios que son los
conductores de las corrientes vitales. Estos masajes fortalecen las corrientes y dispersan las miasmas que se están formando en la parte enferma del cuerpo. Sin embargo, generalmente se requiere una serie de tratamientos o masajes por parte del osteópata, antes de que se recupere la salud, pues las ponzoñas suelen obstruir otra vez los nervios al poco tiempo después del masaje.      Por lo tanto en la opinión del autor (aunque no lo ha probado), lo mejor sería de combinar los dos métodos: abrir el camino a las corrientes en los nervios y fortalecerlos por medio de tratamientos osteopáticos, extrayendo al mismo tiempo las miasmas ponzoñosas por tratamientos magnéticos, sin olvidarse de quemarlas o arrojarlas. Estos dos métodos combinados podrían ayudar extraordinariamente para una pronta cura.
   El bazo es la entrada de las fuerzas solares, pero la transmutación de la energía solar en un fluido ligeramente rosado tiene lugar en el plexo solar, donde tiene su sede el átomo-simiente prismático del cuerpo vital.
   Respecto a lo que ocurre cuando se extrae el bazo, debemos recordar que el cuerpo físico trata de acomodarse lo mejor posible a las circunstancias creadas. Si una herida en determinada parte del cuerpo hace imposible que la sangre fluya por los vasos normales, entonces siempre encuentra otra red de venas por las cuales pueda realizar su circuito, pero un órgano nunca se atrofia mientras pueda cumplir un propósito útil. Lo mismo sucede con el cuerpo vital formado de éteres. Cuando se amputa un miembro cualquiera, la parte etérica del mismo ya no es necesaria en la economía del cuerpo y gradualmente se disuelve y desaparece. Pero en el caso de un órgano como el bazo, en que la contraparte etérica tiene una función importantísima como “puerta de acceso” de las energías solares, no se produce semejante desintegración.
   También debe tenerse presente que cuando se manifiesta una enfermedad en el vehículo físico, la parte correspondiente del cuerpo vital se ha debilitado y atenuado previamente, y justamente su imposibilidad de suministrar la cantidad necesaria de energía vital es la que provoca la manifestación de los síntomas de mala salud en el cuerpo denso. Inversamente, cuando se recupera la salud, el cuerpo vital es el primero que se restablece, y esta convalecencia es la que luego se manifiesta en el cuerpo denso. Por lo tanto, si el bazo físico se enferma, es evidente que la contraparte etérica no se encuentra bien, y entonces es muy dudoso que la extracción de dicho órgano sea útil. Sin embargo si se hace, el cuerpo tratará de acomodarse a las circunstancias creadas y la contraparte etérica del bazo continuará funcionando como antes.
   La tendencia natural del cuerpo de deseos es endurecer y consolidar todo cuanto se pone en contacto suyo. El pensamiento materialista acentúa esta tendencia en tal extensión, que muy a menudo produce como resultado en las vidas sucesivas esa enfermedad horrenda, la consunción, que no es más que un endurecimiento de los pulmones. Éstos deben ser blandos y elásticos. Ocurre algunas veces que el cuerpo de deseos quebranta al cuerpo vital en la próxima vida, así que éste no puede contrarrestar el proceso de endurecimiento, y entonces tenemos la tisis galopante. En algunos casos el materialismo pone quebradizo al cuerpo de deseos, por decirlo así; entonces no puede realizar debidamente su apropiado trabajo de endurecimiento del cuerpo denso y produce como resultado el raquitismo o reblandecimiento óseo. Vemos, pues, los peligros que entraña el mantener tendencias materialistas, que suelen originar endurecimiento de las partes blandas del cuerpo, como en la consunción, o reblandeciemiento de las partes duras, huesosas, como en la raquitis. Por supuesto no todos los casos de consunción demuestran que el que la sufre fue materialista en una vida anterior; pero el ocultismo afirma que ese resultado suele producirlo el materialismo.
   En el caso de aquél que está preparado para recibir la iniciación, la aceleración de las vibraciones es mayor que para el hombre o la mujer común. Por lo tanto no requiere ejercicios respiratorios para acelerar su diapasón, pero necesita determinados ejercicios espirituales, ajustados para él individualmente, que lo harán adelantar en su propio sendero.
Si esta persona, en este período crítico, se encontrara con un individuo, quien por maldad o por ignorancia le diera ejercicios respiratorios, que el interesado cumpliera fielmente, con la esperanza de obtener resultados rápidos, esos resultados los obtendrá, pero de una manera que no esperaba. La vibración de los átomos de su cuerpo, en un período muy corto, se habrá acelerado de tal manera, que le parecerá como si estuviera caminando sobre el aire; también puede producirse una indebida desunión del cuerpo vital con el denso, que traería la consunción o la tisis como resultado.
   Cuando se emplean los anestésicos, el cuerpo vital es expulsado parcialmente del cuerpo físico, junto con los demás vehículos, si la aplicación es demasiado fuerte, se produce la muerte. El mismo fenómeno puede observarse en los casos de los médiums materializadores. En realidad, la diferencia entre un médium de esa clase y un hombre o mujer cualquiera, es: que en el hombre o mujer corriente, el cuerpo vital y el cuerpo denso están, en el estado actual de evolución estrechamente relacionados, mientras que en el médium esta relación es débil. No ha sido siempre así, y un tiempo vendrá en el que el cuerpo vital podrá abandonar normalmente al cuerpo físico, lo que al presente no se efectúa. Cuando un médium permite que su cuerpo vital sea empleado por entidades del Mundo del Deseo que quieran materializarse, el cuerpo vital sale del lado izquierdo, a través del bazo, que es su “puerta” particular. Entonces las fuerzas vitales no pueden fluir en el organismo, como lo hacen generalmente y el médium se queda exhausto y algunos de ellos se ven obligados a hacer uso de estimulantes, por lo que , con el tiempo, se convierten en incurables bebedores.
   La fuerza vital del Sol que nos rodea como un fluido incoloro, es absorbida por el cuerpo vital por medio de la contraparte etérica del bazo, donde sufre una curiosa transformación de color. Se hace pálido rosado y circula por los nervios a través de todo el cuerpo denso. Es respecto a los nervios, lo que la electricidad es al telégrafo. Aunque haya alambres, aparatos y telegrafistas, si falta la electricidad no pueden enviarse los mensajes. El Ego, el cerebro, y el sistema nervioso, pueden estar en perfecto orden, pero si falta la fuerza vital que pueda llevar los mensajes del Ego a través de los nervios y de los músculos, el cuerpo denso permanecerá inerte. Esto es precisamente lo que sucede cuando una parte del cuerpo se paraliza. El cuerpo vital se ha enfermado y la fuerza vitalizadora ya no puede fluir. En tales casos, como en la mayoría de las enfermedades, la perturbación es de los vehículos invisibles y sutiles. El reconocimiento consciente o inconsciente de este hecho, hace que los médicos más afamados empleen la sugestión que obra sobre los vehículos superiores, como un auxiliar de la medicina. Cuanta más fe y esperanza pueda imbuir el médico a su paciente, tanto más pronto se desvanecerá la enfermedad dando lugar a una salud perfecta.
   Durante la salud, el cuerpo vital especializa una superabundancia de fuerza vital, la que, después de pasar por el cuerpo denso, se irradia en líneas rectas en todas direcciones desde la periferia de aquél,como los radios de un círculo irradian desde el centro; pero en casos de enfermedad, cuando el cuerpo vital se atenúa, no puede absorber la misma cantidad de fuerza y además, el cuerpo denso se alimenta de ella. Entonces las líneas de fluido vital que se exteriorizan, se curvan y caen mostrando la falta de fuerza, la debilidad que se ha producido. En estado de salud estas irradiaciones arrastran los gérmenes y microbios enemigos de la salud del cuerpo denso, pero en la enfermedad, cuando la fuerza vitalizadora es débil, esas emanaciones no eliminan tan fácilmente los gérmenes nocivos. Por lo tanto, el peligro de contraer una enfermedad es mucho mayor, cuando las fuerzas vitales son escasas, que cuando se está en robusta salud.
En los casos en que se amputan partes del cuerpo, el éter planetario es el único que acompaña a la parte separada. El cuerpo vital separado y el cuerpo denso se desintegran sincrónicamente después de la muerte. Y así sucede con la contraparte etérica del miembro o parte amputada. Se irá desintegrando conforme lo haga la parte densa, y puede probarse que el hombre conserva la parte etérica, porque si se trata de una mano amputada, puede sentirse dolor y sufrimiento en ella durante algún tiempo. Existe cierta relación entre el miembro amputado y la parte etérica, independiente de la distancia. Se sabe de un caso en que un hombre sintió un fuerte dolor, como si se le hubiera clavado un clavo en la pierna que le habían amputado, dolor que persistió hasta que dicho miembro fue exhumado y se encontró que efectivamente se había clavado en él un clavo cuando lo encajonaron para enterrarlo. Se sacó el clavo y el dolor cesó. De acuerdo con esto están todos los casos en los que hay personas que sufren en el miembro amputado durante dos o tres años, después de la operación. Después el dolor cesa. Esto es debido a que la enfermedad es aún efectiva en la parte etérica no amputada, pero en cuanto la parte densa amputada se desintegra, se desintegra también la etérica y el dolor cesa.
   Es de conocimiento general para los que auxilian a los accidentados, que aquellos no sufren tanto al producirse el accidente, como sufren después; esto es debido a que el cuerpo vital está sano en el momento del accidente, y por lo tanto todo el efecto sólo se sentirá cuando este vehículo se haya atenuado y no esté más en condiciones de ayudar a los procesos vitales. Así vemos que se producen cambios en el éter del ser humano, y de acuerdo al axioma místico, “Como arriba, es abajo” y viceversa, se producen también cambios en el éter planetario, que constituye el cuerpo vital del Espíritu de la Tierra. Así como el recuerdo consciente de los últimos acontecimientos, que es por algún tiempo muy vivo en el ser humano, se desvanece poco a poco, así también el registro o recuerdo etérico, que es el aspecto inferior de la Memoria de la Naturaleza, va borrándose.
   Cuando un cuerpo adquiere cierta velocidad en su caída, los éteres superiores abandonan el cuerpo físico, dejando a la persona accidentada insensible. Cuando el cuerpo llega al suelo queda aplastado, pero la víctima puede recobrar la conciencia cuando el éter se ha reorganizado otra vez.    Entonces comienza a sufrir las consecuencias físicas de la caída. Si la caída continúa después que los éteres superiores se han salido del cuerpo, la creciente velocidad de la caída acaba por desalojar también los éteres inferiores, y el cordón plateado es todo cuanto queda sujeto al cuerpo material. Este cordón se rompe al producirse el impacto contra el suelo, y el átomo-simiente pasa entonces al punto de ruptura, donde se mantiene en forma usual.
   De estos hechos llegamos a la conclusión de que la presión atmosférica normal es la que mantiene el cuerpo etérico dentro del cuerpo físico. Cuando nos movemos con una velocidad anormal, la presión queda suspendida en algunas partes del cuerpo, formándose así un vacío parcial, con el resultado de que los éteres abandonan el cuerpo y penetran en ese vacío. Los dos éteres superiores, que son los que están menos sujetos y adheridos, son los primeros que desaparecen y dejan a la persona inconsciente después de haber producido, como en un relámpago, el panorama de su vida.
   Entonces, si continúa la caída aumentando la presión aérea delante del cuerpo y el vacío detrás, los éteres inferiores más apegados al cuerpo, también son impulsados al exterior y entonces el cuerpo está realmente muerto antes de llegar al suelo.
   Examinando a cierto número de personas en estado de salud normal, descubrimos que cada uno de los átomos prismáticos, que componen los éteres inferiores, irradiaban de sí líneas de fuerza que hacían girar al átomo físico en el cual se insertaban, dotándole así a todo el cuerpo de vida. La irradiación o dirección de todas estas unidades de fuerza es hacia la periferia del cuerpo, donde constituyen lo que se ha denominado “Fluido Ódico”, aunque también es designado con otros nombres. Cuando la presión atmosférica exterior disminuye en las grandes altitudes, se hace presente cierta nerviosidad a causa de las fuerzas etéricas que se abalanzan de acuerdo para afuera, sin freno, y si el ser humano no pudiera contener ese flujo hacia fuera de energía solar, al menos parcialmente, por un esfuerzo de la voluntad, nadie podría vivir en esos lugares.
   Ahora llegamos al punto crucial de nuestra explicación. El éter es una sustancia física y mientras se ha visto a hombres heridos en el campo de batalla por armas de fuego normales, irse luego caminando un poco aturdidos, pero conscientes, las terribles detonaciones de los grandes cañones, empleados en gran escala, tienen el efecto de dar vuelta a los átomos prismáticos y de destrozar la envoltura áurica, formada por los éteres de luz y reflector, éteres que constituyen la base de la percepción sensorial y de la memoria. Hasta que con el tiempo todo vuelve a su estado normal, el hombre queda en un estado de “shock” ensordecido y atolondrado, condición que puede perdurar semanas y semanas. Bajo semejantes condiciones, la sustancia sutil etérica no se presta a la formación de imágenes de la vida pasada, pues está congelada hasta cierto grado.
Cuando una persona se asfixia o se ahoga, ella se siente muy tranquila y sosegada después de haber sostenido la primera lucha, aunque se da cuenta, en cierta medida, del peligro. El cuerpo vital sale antes de la ruptura del cordón plateado, y por lo tanto conserva la capacidad de atraerse materiales del Mundo Físico. En consecuencia, hubo casos de personas muertas, por asfixia o ahogo, que aparecieron a sus parientes a miles y miles de kilómetros de distancia, quizás sólo por un instante, pero parecían seres vivientes. Tal vez el anhelo que habían sentido por mucho tiempo de ver a sus seres queridos y volver hacia ellos, y el hecho de que eran ahora libres de sus cadenas corporales, les transportó allí inmediatamente sobre las alas del deseo. Al llegar donde querían, el cuerpo vital se atrajo lo suficiente de partículas de la atmósfera para hacerse visible al ser querido. Pero tal vez en ese momento, se rompió el cordón plateado, se desplomó el cuerpo vital, y entonces desapareció la visión. 
   No es raro que se vean fantasmas de seres vivientes. Lo único que se requiere es que el cuerpo físico esté sumido en un sueño muy profundo o esté inconsciente, como ocurre cuando una persona está cerca del umbral de la muerte. Puede ser que se esté ahogando, o que esté bajo el choque de una caída del caballo, del coche, etc., o bien que haya recibido un golpe en la cabeza o que esté yaciendo sobre el lecho muy enferma, muy enflaquecida y extenuada, cerca de su disolución.       Entonces la mayor parte del éter que constituye el cuerpo vital puede extraerse del vehículo físico, dejando a éste en un estado de trance, estado que no se prolonga más de varios minutos, pero como la distancia no es una barrera en los mundos invisibles, entonces el deseo de la persona así momentáneamente liberada puede llevarla al fin del mundo para aparecer al ser querido, a muchos miles de kilómetros del lugar donde yace su cuerpo.
   Resulta mucho más fácil para el Espíritu de un ser viviente materializarse, que para los que ya han abandonado su cuerpo al morir, porque los primeros tienen el cordón plateado aún intacto, subsistiendo así la conexión con el átomo-simiente en el corazón.
   Ejercicios respiratorios indiscriminados no producen ese desdoblamiento, sino que tienden a desconectar el cuerpo vital del denso. Y de esta manera, en algunos casos, las conexiones entre los centros de los sentidos etéricos y las células cerebrales se rompen, o se estiran, dando por resultado la locura. En otros casos la desconexión se verifica entre los éteres vital y químico y como el éter vital es el material cimentador de la asimilación, y el conductor especial para la especialización de la energía solar, esa ruptura produce la consunción. Únicamente mediante los ejercicios apropiados  se verifica la desconexión requerida. Cuando la pureza de vida ha llevado la fuerza sexual no usada, generada en el éter vital, al corazón, esa fuerza sirve para mantener la limitada circulación sanguínea necesaria durante el sueño. De esta manera las funciones físicas y el desarrollo espiritual corren parejos, siguiendo líneas armoniosas.
   El autor estuvo muy receloso respecto a las consecuencias que podría traer la guerra respecto al probable firme entretejimiento de los cuerpos de deseos y vital, dando así vida a legiones de monstruos para la aflicción de las generaciones futuras. Pero ahora está muy contento de poder proclamar su convicción que no debemos tener temores de esa índole. Solamente cuando la gente es premeditadamente maliciosa o vengativa, persistiendo siempre en su deseo de salirse con la suya, de afirmar su derecho, y si esos pensamientos y sentimientos son fomentados y mantenidos, ellos endurecen el cuerpo vital y lo relacionan más estrechamente con el cuerpo de deseos. Sabemos de los recuerdos y memorias sobre la guerra mundial, que en las filas de los ejércitos no había malos sentimientos, ni odio uno para con el otro, y que los enemigos conversaban como amigos, cuando la casualidad hacía que se encontraran en condiciones donde podían hacerlo. Entonces aunque la guerra es responsable por la terrible mortalidad actual, y será la causa de una deplorable mortalidad infantil en el futuro, es irreprochable respecto a los terribles males generados por la obsesión y los crímenes instigados por esos cuerpos de pecado demoníacos.
Aunque las afecciones o desórdenes mentales, cuando son congénitos, tienen por causa general el abuso de la función creadora en vidas pasadas, existe una excepción notable de esta regla, a saber, los casos mencionados en el Concepto Rosacruz del Cosmos, y en otros escritos, que es la siguiente:
   Cuando un espíritu, que tiene una vida especialmente dura ante sí, desciende para renacer, y al entrar en la matriz siente o percibe el panorama de la vida que va a comenzar, y considera esa existencia como demasiado terrible para ser soportada, trata a veces de escapar de la escuela de la vida. Pero como en ese entonces los Ángeles Registradores o sus agentes han hecho ya la conexión necesaria entre el cuerpo vital y los centros sensoriales en el cerebro del feto en formación, el esfuerzo del Espíritu para escapar de la matriz de su madre se ve frustrado, pero el tirón que da el Ego desajusta la conexión entre los centros sensoriales físicos y etéricos de manera que el cuerpo vital ya no queda concéntrico con el físico, haciendo así que la cabeza etérica se salga del cráneo físico. Entonces es imposible que el Espíritu pueda usar su vehículo denso, encontrándose atado a un cuerpo sin mente que no puede utilizar, y la encarnación queda prácticamente perdida.
   También se encuentran casos en los que más tarde en la vida, un gran “shock” hace que el Espíritu trate de escapar con los vehículos invisibles, dando por resultado un tirón similar en los centros sensoriales etéricos del cerebro, causando así desequilibrio en la expresión mental. Casi todos hemos tenido una impresión similar cuando soportamos un gran susto: una sensación como si algo tratara de escaparse del cuerpo físico, esto es, los cuerpos vital y etérico que son tan rápidos en su acción como un tren expreso lo es con respecto a un caracol. Ven y sienten el peligro antes de que el miedo haya sido transmitido al comparativamente inerte cuerpo físico, en el que están anclados y que les impide escapar en condiciones normales.
   La insania es siempre causada por la ruptura en la cadena de vehículos entre el Ego y el cuerpo físico. Esta ruptura puede ocurrir entre los centros cerebrales y el cuerpo vital, o entre el cuerpo vital y el de deseos, o entre el cuerpo de deseos y la mente, o entre la mente y el Ego. Y además, la ruptura puede ser completa o solamente parcial.
   Cuando la ruptura se produce entre los centros cerebrales y el cuerpo vital, o entre éste y el cuerpo de deseos, tenemos los casos de idiotismo. Cuando la ruptura es entre el cuerpo de deseos y la mente, entonces predomina el violento e impulsivo cuerpo de deseos, y se presenta el caso de los maniáticos desvariados. Cuando la ruptura es entre el Ego y la mente, la mente es la que gobierna a los demás vehículos y éste es el caso de los maniáticos astutos, que pueden engañar a sus guardianes, haciéndoles creer que son completamente inofensivos, mientras fraguan algún plan diabólico y malicioso. Entonces pueden demostrar súbitamente su insana mentalidad y causan alguna terrible catástrofe.
  Existe una causa de insania que conviene explicar, porque muchas veces es posible evitarla. Cuando el Ego regresa del mundo invisible hacia el nuevo renacimiento, se le muestran las diversas encarnaciones posibles. Entonces contempla su próxima vida en sus grandes líneas y acontecimientos generales, como si fuera una cinta cinematográfica pasando ante sus ojos.
   Generalmente entonces se le da a elegir entre distintas vidas. En ese tiempo ve las lecciones que tiene que aprender, el Destino que ha creado por sí mismo en sus vidas pasadas y que partes de ese destino puede liquidar en cada una de las encarnaciones que se le ofrecen.
   Entonces hace su elección y luego es guiado por los agentes de los Ángeles Registradores hacia el país y la familia en  que tiene que vivir en su próxima existencia.
   Esta visión panorámica se le presenta en el Tercer Cielo, donde el Ego se encuentra desnudo de sus vehículos y se siente espiritualmente por encima de toda sórdida consideración material. Es muchísimo más sabio de lo que luego aparece ser en la Tierra, donde se encuentra cegado por la carne en una medida casi inconcebible. Más tarde, cuando se ha producido la concepción y el Ego penetra en la matriz de la madre, alrededor del decimoctavo día después de dicha concepción, se pone en contacto con el molde etérico de su nuevo cuerpo físico, que ha sido formado por los Ángeles Registradores, para estructurar el cerebro que dará al Ego las tendencias necesarias para la elaboración y liquidación de su destino.
   Allí y entonces ve el Ego nuevamente los cuadros panorámicos de su próxima vida, en la misma forma que la persona que se ahoga ve el panorama de su vida pasada en un relámpago. En ese tiempo el Ego está ya parcialmente cegado con respecto a su naturaleza espiritual, de manera que su próxima encarnación le puede parecer muy dura y a veces trata de retroceder y no entrar en la matriz, estableciendo las conexiones cerebrales adecuadas. Puede tratar de escapar en seguida, y entonces, en vez de quedar el cuerpo vital y el denso concéntricos, el cuerpo vital, formado de éter, puede quedar parcialmente fuera del cráneo físico. En ese caso la conexión entre los centros sensoriales del cuerpo vital y del cuerpo denso queda desajustada y el resultado es el idiotismo, la epilepsia, el baile de San Vito, y otras afecciones nerviosas congénitas.
   La insania es la ruptura en la cadena de vehículos entre el Ego y el cuerpo físico. Esa desconexión puede ocurrir entre el Ego y la mente, entre la mente y el cuerpo de deseos, o entre los cuerpos de deseos y vital, y también entre este último y el cuerpo denso. Si la ruptura se ha producido entre el cuerpo denso y el vital, o bien entre el cuerpo vital y el de deseos, el Ego será perfectamente sano en el Mundo del Deseo inmediatamente después de su muerte, porque ya habrá descartado los dos cuerpos afligidos.
    Cuando la ruptura ocurre entre el cuerpo de deseos y la mente, el cuerpo de deseos está aún desenfrenado después de la muerte y es causa para el Ego de muchas calamidades durante su existencia en el Mundo del Deseo. El Ego, por supuesto nunca está insano. Lo que parece ser insania, proviene del hecho que el Ego no tiene ningún dominio sobre sus vehículos; el peor caso de todos es, sin duda, cuando está afectada la mente, y el Ego está atado a la personalidad por muchísimo tiempo, hasta que los vehículos se desintegren.
  Hemos visto que en el estado de vigilia, los cuerpos denso y vital están rodeados e interpenetrados por una nube ovoide formada por el cuerpo de deseos y la mente. Todos estos vehículos son concéntricos, y forman como los eslabones de una cadena. Es la interpolación de uno con el otro, de tal manera que los centros sensoriales se ajusten correctamente, lo que permite al Ego manipular este complejo organismo y efectuar de una manera ordenada los procesos vitales que llamamos la razón, la palabra y la acción. Si existe un desajuste en alguna parte, el Ego está obstruido en su manifestación. El equilibrio perfecto es la salud, el opuesto es la enfermedad.
La enfermedad tiene muchas formas: una de estas es la insania, que se divide a su vez en varias clases. Cuando la conexión entre los centros sensoriales del cuerpo vital y del denso es desviada, la cabeza etérica se adelanta a veces sobre la cabeza del cuerpo físico, en vez de quedar concéntrica con aquella; entonces el cuerpo vital está mal ajustado con los dos vehículos superiores y el cuerpo denso, y tenemos el caso del idiota manso. Cuando los cuerpos denso y vital son correctamente ajustados, pero existe una ruptura entre el cuerpo vital y el de deseos, tenemos condiciones similares. Cuando hay una ruptura entre el cuerpo de deseos y la mente, tenemos el caso del maniático delirante a quien es más difícil de dominar que a un animal salvaje, pues este último es gobernado por el Espíritu de Grupo, mientras que el maniático sigue ciegamente sus inclinaciones animales.
   En verdad son pocos los que defienden el abuso de a función sexual; sin embargo muchas personas que siguen los preceptos espirituales para otras cosas, tienen la convicción que la gratificación frecuente de los deseos sexuales es inofensiva, algunos hasta creen que es tan necesario como cualquier otra función orgánica. Este razonamiento es falso por dos motivos: primeramente cada acto sexual requiere una cierta cantidad de energía, que quema los tejidos, los cuales deben ser repuestos con alimentos adicionales. Y los alimentos fortalecen y aumentan el éter químico. En segundo lugar, en vista de que las fuerzas de propagación obran a través del éter de vida, este componente del cuerpo vital crece por la gratificación de los deseos. De este modo, nosotros fortalecemos los dos éteres inferiores del cuerpo vital cuando enviamos nuestra fuerza generadora hacia abajo para la gratificación de nuestro deseo de gozo, y el entretejimiento con los éteres superiores, que forman el cuerpo del alma, se hace más firme y apretado a medida que pasa el tiempo. En vista de que la evolución de nuestros poderes anímicos y la facultad de viajar en nuestros vehículos superiores depende de la desconexión entre los éteres inferiores y e cuerpo del alma, es evidente que gratificando nuestra naturaleza inferior, nos alejamos del objetivo que perseguimos y retrasamos nuestro desarrollo.
    Tan pronto como se ha colocado el cuerpo vital, el Ego envuelto en su cubierta acampanada, flota constantemente cerca de su futura madre. Ella hace sola el trabajo sobre el nuevo cuerpo denso en los primeros dieciocho o veintiún días después de la fertilización, y entonces el Ego entra en el cuerpo de la madre y la campana cubre entonces al feto, cerrándose la abertura de la parte inferior.
    El Ego se encuentra entonces una vez más encarcelado en su casa-prisión: el cuerpo denso.
    El momento de entrar en la matriz es uno de los de mayor importancia en la vida, porque cuando el Ego se pone en contacto por vez primera con la mencionada matriz o cuerpo vital, ve nuevamente el panorama de su vida venidera que ha sido impreso en esa matriz por los Ángeles Registradores con objeto de darle las tendencias requeridas para liquidar el destino maduro en la vida que va a empezar.
   Pero para ese entonces el Ego está ya tan cegado por el velo de la materia que no puede reconocer más el buen fin que se persigue, con tanta claridad como cuando hizo su elección en la Región del Pensamiento Abstracto y a veces, cuando se le revela en el momento de entrar en el seno de la madre, se queda tan aterrorizado que trata de escaparse. Sin embargo, ya no puede cortar la conexión, pero puede torcerla, así que el cuerpo vital en vez de quedar concéntrico con el cuerpo denso, puede tener la cabeza vital sobre la del cuerpo denso. Entonces se produce un idiota congénito.
    Así como el vampiro chupa el éter del cuerpo vital de su víctima y se alimenta de él, así los pensamientos perpetuos de pesar y remordimientos respecto a ciertas cosas, se convierten en un elemental que obra como un vampiro y succiona hasta la vida de la pobre víctima que lo formó, y por la atracción de los recíprocos, continúa alimentándolo convirtiéndose definitivamente en costumbre dichos pensamientos mórbidos.
   Si nos entregamos al arrepentimiento y al remordimiento días enteros, como lo hacen algunos, hacemos más que en el Purgatorio, pues si bien el tiempo allá se pasa en extirpar el mal, la conciencia se desprende de cada imagen, cuando ésta ha sido arrancada por la fuerza de repulsión.
   Aquí, en este mundo, en razón del entretejimiento firme del cuerpo de deseos con el vital, estamos en condiciones de revivificar una imagen en nuestra memoria, todas las veces que lo queramos. El cuerpo de deseos se va disolviendo en el Purgatorio por la expurgación del panorama de la vida, pero mientras que vivimos en el Mundo Físico una pequeña cantidad se le agrega, para reemplazar lo que fue expulsado por el remordimiento. Por lo tanto remordimientos y arrepentimiento, si se practican continuamente, tienen el mismo efecto sobre el cuerpo de deseos, que los baños excesivos sobre el cuerpo vital. Estos dos vehículos se agotan por un aseo excesivo, y por lo tanto es tan peligroso para la salud moral y espiritual de entregarse sin discriminación al arrepentimiento y remordimiento, como es fatal para el bienestar físico de bañarse demasiado. Se debe obrar con discriminación en ambos casos.
   Así como la fuerza latente en la pólvora y otros explosivos similares puede emplearse para trabajar en pro de los más grandes objetivos de la humanidad, o para cometer los actos más salvajes y bárbaros, así también se puede abusar de las emociones de remordimiento de tal manera que se convierten en un peligro y obstáculo para el Ego, en vez de ser una ayuda. Cuando nos entregamos al remordimiento por horas y por días, estamos malgastando una gran fuerza que podría emplearse en los más nobles fines de la vida, pues los arrepentimientos continuos afectan al cuerpo de deseos de la misma manera que los baños excesivos afectan al cuerpo físico...El agua tiene una gran afinidad con el éter y lo absorbe vorazmente...Cuando tomamos un baño en circunstancias corrientes, eliminamos una gran cantidad de éter emponzoñado de nuestro cuerpo vital, siempre que solo permanezcamos en el baño un tiempo razonable. Después del baño el cuerpo vital queda un tanto debilitado o atenuado y sentimos cierta debilidad; pero si nuestra salud es buena y no hemos permanecido en el baño demasiado tiempo, pronto recuperamos la deficiencia merced a la corriente de energía que fluye hacia el cuerpo a través del bazo. Y cuando el éter fresco haya reemplazado las sustancias ponzoñosas, atribuimos con razón la renovada vitalidad al baño, sin darnos cuenta exacta de los hechos arriba mencionados.
   Pero cuando una persona, que no goza de perfecta salud, comienza a bañarse diariamente, o quizás dos o tres veces por día, el agua absorbe un exceso de éter, y como la cantidad de fluido que penetra por el bazo también disminuye a causa de la pérdida de tono del átomo simiente situado en el plexo solar, por la atenuada condición del cuerpo vital, resulta imposible para esa persona restablecerse después de las continuas extenuaciones. En consecuencia la salud del cuerpo denso se resiente y ella pierde gradualmente sus fuerzas, convirtiéndose en un verdadero inválido.

del libro "El Cuerpo Vital", de Max Heindel

en vímeo, aquí
https://vimeo.com/337411385

en you tube, aquí
https://www.youtube.com/watch?v=fBRWdpZ_bi0&feature=youtu.be

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