martes, 23 de febrero de 2010

LOS NIÑOS - en vímeo y en you tube -



Capítulo VIII


El cuerpo vital del niño no está organizado al nacer. Hasta alrededor de los siete años, cuando nace el cuerpo vital individual, se nutre del cuerpo vital macrocósmico.
En el período que sigue inmediatamente al nacimiento, los diferentes vehículos se interpenetran unos a otros, así como hemos dicho anteriormente, que la arena compenetraba a la esponja, y el agua a ambas. Pero aún cuando todos los vehículos están presentes igual que en la edad adulta, están meramente presentes. Ninguna de sus facultades es activa. El cuerpo vital no puede utilizar las fuerzas que operan a lo largo del polo positivo del éter. La asimilación que obra a lo largo del polo positivo del éter químico es muy intensa durante la infancia, y es debida al cuerpo vital macrocósmico, cuyos éteres actúan como una matriz para el cuerpo vital del niño hasta el séptimo año, durante cuyo período va gradualmente madurando. La facultad de propagarse que obra sobre el polo positivo del éter de vida está también latente. El calor del cuerpo, producido por el polo positivo del éter luminoso, y la circulación de la sangre, son debidos al cuerpo vital macrocósmico, actuando sus éteres sobre el niño, y desarrollándose lentamente hasta el punto en que pueda gobernar por sí mismo esas funciones. Las fuerzas que obran sobre el polo negativo de los éteres son mucho más activas. La excreción de los sólidos, producida por el polo negativo del éter químico, (correspondiente a la subdivisión sólida de la Región Química) está demasiado desembarazada, como también la función de excreción de fluidos producida por el polo negativo del éter de vida (correspondiente a la segunda subdivisión, la fluídica, de la Región Química). La función pasiva de percepción sensorial, que es debida a las fuerzas negativas del éter luminoso, es también extraordinariamente notable. El niño es muy impresionable y "es todo ojos y oídos".
Aunque el cuerpo vital del infante está muy poco organizado al nacer, el éter que se empleará para el crecimiento ya se encuentra en el aura, listo para ser asimilado. Entonces si ocurre que hay alguien débil o anémico en el ambiente, un vampiro inconsciente, aquel extraerá este éter del depósito inasimilado del niño, con más facilidad que el éter de un adulto, cuyo cuerpo vital está bien organizado. Naturalmente la persona débil extrae más fácilmente el éter polarizado negativamente, como lo tiene el niño, que el éter positivo de la niña. Masajes del bazo y el estímulo de los nervios esplénicos, practicándolo con cuidado y moderadamente, ayudarán a la contraparte etérica de ese órgano en su actividad, es decir a especializar la energía solar, de la cual dependen todos los procesos vitales, así como dependen los pulmones del aire.
Generalmente creemos que cuando nace un niño, nace y se acabó; pero así como durante el período de la gestación el cuerpo denso está protegido contra los impactos del mundo externo, dentro de la matriz de su madre, hasta que ha alcanzado la suficiente madurez y desarrollo como para soportar las condiciones externas, así también ocurre algo similar con el cuerpo vital, el de deseos y la mente, que permanecen en estado de gestación y nacen en períodos posteriores, pues no tienen tras de sí una evolución tan larga como la del cuerpo denso. De ahí que necesiten un tiempo mucho mayor para alcanzar un grado de madurez suficiente para poderse individualizar. El cuerpo vital nace a los siete años, cuando el período de crecimiento excesivo señala su advenimiento.
Sólo una pequeña parte del éter que ha reunido un Ego se emplea así y el resto del cuerpo vital del niño, o mejor dicho, el material con el cual se irá formando dicho vehículo, queda fuera del cuerpo físico. Por ese motivo el cuerpo vital del niño sobresale muchísimo más de la periferia del cuerpo físico que el del adulto. Durante el período del crecimiento esta reserva de átomos etéricos va siendo absorbida para vitalizar los crecimientos corporales hasta que, al llegar a la edad adulta, el cuerpo vital apenas sobresale de una pulgada a pulgada y media fuera del físico.
Desde el primero hasta el séptimo año el cuerpo vital va creciendo y madurando lentamente dentro de la matriz del cuerpo vital macrocósmico, y debido a la gran sabiduría de este vehículo macrocósmico, el cuerpo vital del niño está mejor formado y mejor organizado que en el resto de la vida.

Mientras el cuerpo vital macrocósmico guía el crecimiento del cuerpo del niño, lo protege de los peligros que posteriormente lo acecharán cuando el ignorante cuerpo vital individual haga su obra solo. Esto ocurre al séptimo año, cuando comienza el período de crecimiento excesivo y peligroso, crecimiento que continúa así en los siguientes siete años. Durante ese intervalo el cuerpo de deseos macrocósmico, desempeña la función de matriz para el cuerpo de deseos individual.

Si el cuerpo vital continuara en libertad, sin restricción en el reino humano, como ocurre en el vegetal, el hombre alcanzaría un tamaño enorme. Hubo un tiempo en el pasado cuando el hombre estaba constituido semejante a las plantas, teniendo solamente, un cuerpo denso y un cuerpo vital.
Las tradiciones de la mitología y las leyendas de todo el mundo respecto a los gigantes de
antiquísimos tiempos, son absolutamente ciertas, pues entonces los hombres crecían como los árboles, por las razones expuestas.
El cuerpo vital de la planta va formando hoja tras hoja, creciendo el tallo o el tronco cada vez más.

Si no fuera por el cuerpo de deseos macrocósmico, continuaría así indefinidamente, pero el cuerpo de deseos macrocósmico la restringe en cierto punto y controla todo crecimiento ulterior. La fuerza que ya no se necesita para el crecimiento, es entonces utilizable con otros propósitos para construir la flor y formar la simiente. De parecida manera el cuerpo vital humano, cuando ya comienza a obrar libremente dominando al cuerpo denso, después del séptimo año, hace crecer este último muy rápidamente, pero alrededor de los catorce años nace el cuerpo de deseos individual de la matriz del cuerpo de deseos macrocósmico y, entonces, puede trabajar libremente en el cuerpo de deseos. El crecimiento excesivo es controlado entonces, y la fuerza utilizada anteriormente con aquel objeto se puede utilizar para la propagación, para que la planta humana pueda florecer y producir fruto. De ahí que el nacimiento del cuerpo de deseos personal, marque el período de la pubertad. Desde entonces comienza a sentirse la atracción por el sexo opuesto, atracción que obra especialmente desenfrenada y activa en el tercer período septenario de la vida -desde los catorce hasta los veintiún años-, debido a que la mente refrenadora no ha nacido aún.
Debe recordarse que la asimilación y el crecimiento dependen de las fuerzas que obran sobre el polo positivo del éter químico del cuerpo vital, y que dicho cuerpo vital se libera a los siete años, cuando ya está formado y maduro. Únicamente el éter químico es el que está completamente maduro en ese entonces, debiendo las otras partes madurar más tarde. A los catorce años, el éter de vida del cuerpo vital, que es el que efectúa la propagación, madura por completo.En el intervalo de los siete a los catorce años la asimilación excesiva ha almacenado cierta cantidad de fuerza que se dirige a los órganos sexuales y que está dispuesta cuando se libera el cuerpo de deseos.
A los siete años el cuerpo vital del niño ha alcanzado la perfección suficiente como para permitirle recibir impactos del mundo externo. Entonces rompe su cubierta etérica protectora y comienza su vida libre. Ahora llega, pues, el momento en el que el educador debe trabajar sobre el cuerpo vital ayudándolo en la formación de la memoria, de la conciencia, de los buenos hábitos y de un carácter o temperamento armónico. Autoridad y discipulado son las palabras de pase de esta época, cuando el niño aprende a saber que las cosas son, pero no se le debe imponer de su significado, salvo que lo pregunte por sí mismo, pero en la segunda época, desde los siete a los catorce años, es esencial que el niño aprenda a conocer a tomar esas cosas bajo la autoridad de los padres o maestros, recordando de memoria sus explicaciones, más bien que razonando sobre ellas, porque la razón pertenece a un desarrollo posterior, y si bien puede hacerlo por propia iniciativa con provecho propio, es muy peligroso forzarlo en ese período a pensar.

No se debe imaginar, sin embargo, que cuando nació el cuerpo pequeño del niño, se acabó el proceso de nacimiento. El cuerpo denso físico tiene la más larga evolución, y así como un zapatero que trabajó en su profesión muchos años es más experto que el aprendiz y puede hacer mejores zapatos y más rápidamente, asimismo el Espíritu que ya ha construido muchos cuerpos físicos, puede hacerlos con rapidez. Pero el cuerpo vital es una adquisición posterior del ser humano y por lo tanto se necesita más tiempo para consruirlo de materiales que no fueron empleados primeramente en la construcción del arquetipo, por lo tanto el cuerpo vital sólo nace a los siete años.

Cuando el cuerpo vital nace a los siete años, empieza un período de crecimiento y un nuevo proceder, o más bien nuevas relaciones se establecen entre los parientes y el niño. Esto puede ser expresado como Autoridad y discipulado. En este período se instruye al niño en muchas cosas, lecciones que debe aceptar confiado en la autoridad de sus maestros, sea en casa o en la escuela; y como la memoria es una facultad del cuerpo vital, el niño puede ahora memorizar lo que está aprendiendo. El se adapta muy bien a recibir las enseñanzas, particularmente por no estar afectado por opiniones preconcebidas, que es lo que impide a la mayoría aceptar ideas nuevas. Al final de este segundo período entre los doce y los catorce años, el cuerpo vital ya se desarrolló lo bastante para que llegue la pubertad.

Los niños que mueren antes de los siete años no son responsables ante la Ley de Consecuencia, pues sólo han nacido con su cuerpo denso y su cuerpo vital.Aún de los doce a los catorce años su cuerpo de deseos está en proceso de gestación, como lo que no ha sido vivificado no puede morir, solamente los cuerpos vital y denso, son los que se desintegran cuando muere un niño. Él retiene en potencia el cuerpo de deseos y la mente hasta el nuevo nacimiento. Por lo tanto el niño no efectúa todo el recorrido del ciclo de vida que hace el Ego habitualmente, sino que asciende directamente al Primer Cielo, donde aprende las lecciones que necesita, y después de esperar allí de uno a veinte años, renace otra vez, frecuentemente en la misma familia como un hermano o una hermana menor.

del libro "El Cuerpo Vital", de Max Heindel

en vímeo, aquí
https://vimeo.com/339882753
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