martes, 23 de febrero de 2010

EL CUERPO VITAL DE LOS ANIMALES Y DE LAS PLANTAS - en vímeo y en you tube -


PARTE III

EL CUERPO VITAL DE LOS ANIMALES Y
DE LAS PLANTAS

Capítulo IX


Los animales y las plantas tienen también un cuerpo vital. Aunque el mineral carece de este
vehículo, la disgregación de rocas y piedras duras, etc. afecta al cuerpo vital de la Tierra.

Cuando consideramos la planta, el animal y el hombre con relación a la Región Etérica, notamos que cada uno tiene un cuerpo vital separado, además de estar compenetrados por el éter planetario que forma dicha Región. Existe, sin embargo, una diferencia entre el cuerpo vital de la planta y el de los animales y el del hombre. En el cuerpo vital de la planta, únicamente están en plena actividad el éter químico y el éter de vida. Por lo tanto, la planta puede crecer por la acción del éter químico y de vida del cuerpo vital separado que posee. El éter luminoso está también presente, pero es parcialmente latente, y el éter reflector falta por completo. Es evidente, por lo tanto, que las facultades perceptivas y la memoria, que son cualidades de estos éteres, no pueden manifestarse en el reino vegetal.

Si dirigimos nuestra atención al cuerpo vital del animal, nos encontramos con que, en él, los éteres químico, de vida y luminoso son dinámicamente activos. Por consiguiente el animal posee las facultades de asimilación y crecimiento, originadas por las actividades del éter químico y la facultad de propagarse por medio del éter de vida, los que son comunes al reino vegetal y animal. Pero el animal tiene, además, la acción del éter luminoso y por lo tanto, posee la facultad de generar calor interno y sentidos de percepción. El cuarto éter, sin embargo, es inactivo en el animal y, por lo tanto, carece de pensamiento y de memoria. Lo que parece ser tal, se demostrará más adelante que es de naturaleza bien diferente.

El Ego separado es segregado definitivamente del Espíritu Universal en la Región del Pensamiento Abstracto. Muestra que únicamente el hombre posee la cadena completa de vehículos que lo correlacionan a todas las divisiones de los tres Mundos. El animal carece de un eslabón de esa cadena: la mente; la planta carece de dos: la mente y el cuerpo de deseos; y el mineral carece de tres eslabones de la cadena de vehículos necesaria para funcionar conscientemente en el Mundo Físico:

la mente, el cuerpo de deseos y el cuerpo vital.

Cuando un animal está por nacer, el Espíritu-Grupo auxiliado por los espíritus de la naturaleza y los Ángeles, moldea el cuerpo vital del animal futuro y este molde se ubica entonces en la matriz de la madre y los átomos simientes se depositan en el semen del macho, así se produce la gestación y nace el animal. Sólo con la participación del átomo-simiente y del molde del cuerpo vital puede formarse un cuerpo denso animal. Similares condiciones rigen para la fecundación de un huevo o de una simiente de planta, es decir, como los óvulos femeninos, potencialmente son otras tantas oportunidades. Si se pone un huevo en un incubador o debajo de una gallina, el Espíritu-Grupo envía entonces la vida requerida, aceptando y aprovechando la oportunidad para encarnarse. Si una simiente cae en el suelo, se fertiliza cuando aparecen las condiciones necesarias para su desarrollo, pero antes no.Cuando un huevo se rompe o se cocina, o de algún otro modo se descalifica para servir a su designación primordial, o cuando una simiente se guarda tal vez durante años, entonces no hay vida y no obramos mal usando de estos productos para alimentarnos. Al contrario, es bueno para las plantas si cosechamos sus frutos maduros que absorben la savia del árbol inútilmente.

El animal no tiene Espíritu "individual" todavía, pero si el llamado Espíritu-Grupo que dirige a todos los miembros de la misma especie. Los animales están constituidos por tres cuerpos: denso, vital y de deseos, pero carecen de un eslabón de la cadena: la mente. De ahí que los animales no piensen ordinariamente, pero así como "inducimos" electricidad en un alambre poniéndolo cerca de otro que esté cargado, así también, por contacto con el hombre se ha producido una suerte de "inducción" mental en los llamados animales domésticos superiores, tales como el perro, el gato, el caballo y el elefante. Los demás animales obedecen a los impulsos (que llamamos instinto) del Espíritu-Grupo animal. No ven los objetos con la misma nitidez con que los ve el hombre; en las especies inferiores la conciencia se resuelve más y más en una "conciencia interna imaginativa", semejante al estado humano de sueño con ensueños, salvo que las imágenes no son confusas e ilógicas, sino que concuerdan perfectamente con el animal y con los impulsos del Espíritu-Grupo.

El Espíritu animal ha alcanzado en su descenso únicamente el Mundo del Deseo. No se ha
desarrollado todavía hasta el punto en que pueda "entrar" en un cuerpo denso. Por lo tanto, el animal no tiene Espíritu "interno", sino un Espíritu-Grupo que le dirige desde afuera. El animal tiene cuerpo denso, cuerpo vital y cuerpo de deseos, pero el Espíritu-Grupo que los rige, se halla externamente. El cuerpo vital y el cuerpo de deseos del animal no están completamente dentro del cuerpo denso, especialmente en lo que concierne a la cabeza. Por ejemplo, la cabeza etérica de un caballo, sobresale a distancia de la cabeza densa. Cuando, como ocurre en contados casos, la cabeza etérica de un caballo penetra en la cabeza de su cuerpo denso, el caballo puede aprender a leer, a contar y a ejecutar operaciones elementales de aritmética. A esto es también debido el que los caballos, perros, gatos, y otros animales domésticos, perciban el Mundo del Deseo, aunque no siempre distingan la diferencia entre éste y el Mundo Físico. Un caballo se espantará ante una figura no visible para el jinete; el gato se frotará contra unas piernas invisibles. El gato puede ver un fantasma sin comprender, por consiguiente, que sus piernas no son utilizables para menesteres de fricción. El perro, más sabio que el caballo o que el gato, siente muy a menudo que hay algo que no comprende al ver aparecerse a su difunto dueño y no poder lamer sus manos.
Huirá asustado y confuso a acostarse en un rincón con la cola entre las patas.

El doctor Mac Dougall también utilizó sus balanzas para pesar animales agonizantes. No se notó disminución alguna, aunque uno de aquellos animales era un perro de San Bernardo. Entonces se afirmó que los animales no tenían alma. Un poco más tarde, sin embargo, el Profesor La V.
Twining, jefe del Departamento Científico de la Escuela Politécnica de Los Ángeles, hizo experimentos con ratones y gatitos, que encerró en frascos de cristal herméticamente cerrados. Sus balanzas fueron las más sensibles que se pudieron conseguir y fueron colocados dentro de una gran caja de cristal de la que se había extraído toda la humedad. Se vio que todos los animales perdían peso al morir. Una ratita que pesaba 12.886 gramos, perdió súbitamente 31 miligramos al morir.

Un gatito empleado en otro experimento perdió cien miligramos al agonizar y al lanzar el último aliento perdió sesenta miligramos más. Después de esto siguió perdiendo peso muy lentamente debido a la evaporación.

Así que las enseñanzas de la ciencia oculta respecto a la posesión de cuerpos vitales por los animales, fueron también vindicadas cuando se emplearon balanzas suficientemente sensibles, y en el caso mencionado en primer término en el que las balanzas no-sensibles no indicaron disminución alguna al morir el perro de San Bernardo, muestra que el cuerpo vital de los animales es proporcionalmente más liviano que el del hombre.

Los Ángeles actúan especialmente en los cuerpos vitales de los vegetales, porque la corriente de vida que anima a ese reino, comenzó su evolución en el Período Lunar, cuando los Ángeles eran humanos y trabajaron entonces con las plantas en la misma forma en que lo estamos haciendo ahora nosotros con los minerales. Existe, por lo tanto, una afinidad particular entre el Ángel y el Espíritu-Grupo vegetal. Así podemos explicarnos la enorme asimilación, crecimiento y fecundidad de los vegetales. El hombre también adquiría un tamaño enorme en la segunda o Época Hiperbórea, cuando estaba principalmente a cargo de los Ángeles. Así lo está también el niño en el segundo septenario de años de su vida, porque entonces los Ángeles, pueden obrar ampliamente y al finalizar ese lapso, a los catorce años, el niño alcanza la pubertad y puede reproducir su especie; también debido a la acción de los Ángeles.

Ellos eran los moldeadores que atraían el material denso formando con éste el cuerpo de las plantas actuales, como también habían formado los vegetales del pasado, enterrados en los estratos geológicos de nuestra Tierra.
Para la formación de las plantas etéricas, vino la ayuda del calor del exterior, después de la
separación de la tierra del Sol y de la Luna. El calor les dio la fuerza vital necesaria para atraerse las substancias más densas.

El cuerpo vital es el factor más importante del vegetal; es el que los hace crecer formando el tallo y las hojas en alternada sucesión, para que se eleve cada vez más alto: pero no hay variedad, sino la misma repetición: tronco, hojas y ramas siempre igual.

La plantas tienen un cuerpo denso y un cuerpo vital; de ahí que no puedan sentir ni pensar. Carecen de cuerpo de deseos y de mente y por lo tanto existe una distancia mayor entre la planta y su
Espíritu-Grupo que entre el animal y el suyo; de ahí que la conciencia del vegetal sea correspondientemente más obscura, pareciéndose al estado de sueño sin ensueños.
El mineral tiene únicamente un cuerpo denso. Carece de tres eslabones de la cadena que lo uniría a su Espíritu-Grupo. Es, por lo tanto, inerte y su conciencia se asemeja a la del cuerpo humano, en estado de "trance" cuando el Espíritu individual, el Ego, ha pasado correspondientemente al más allá.
En conclusión observemos que los tres mundos en los que vivimos no están separados por el espacio. Están todos en torno nuestro, como la luz y el color sumergidos en la materia física cual si fueran las líneas de cristalización de los minerales. Si dejamos que un platito con agua se hiele y lo examinamos después microscópicamente, veremos cristales de hielo divididos unos de otros por líneas. Estas líneas estaban presentes aunque no vistas en el agua como líneas de fuerza, invisibles hasta que se produjeron las condiciones apropiadas; pero cuando nos hayamos preparado para ello, la Naturaleza, que está siempre pronta para desarrollar ante nosotros sus maravillas, expresará su ardiente alegría a cualquiera que, como auxiliar de la evolución, obtenga la ciudadanía en esos dominios invisibles.

Como ya lo explicamos en la conferencia Nº 3 las plantas tienen un cuerpo vital y otro denso, lo que les permite realizar este trabajo, siendo su conciencia un sueño profundo, sin ensueños. De esta manera le es fácil al Ego dominar a las células vegetales y mantenerlas en sujeción largo tiempo; de ahí el gran poder sustentados de los vegetales.

Para funcionar en cualquier mundo y expresar sus cualidades, debemos poseer ante todo, un vehículo compuesto de su materia. Para funcionar en el Mundo Físico denso, es necesario tener un cuerpo adaptado a nuestro ambiente. En caso contrario, seríamos fantasmas, como se les llama generalmente a los que son invisibles para la mayoría de los seres físicos. Además tenemos necesidad de un cuerpo vital para poder expresar vida y crecimiento, o exteriorizar las otras cualidades pertenecientes a la Región Etérica.

Cuando examinamos los cuatro reinos con relación a la Región Etérica, nos encontramos con que el reino mineral no posee un cuerpo vital separado y en seguida comprendemos la razón del porqué no puede crecer, propagarse o mostrar vida sensible.

Como hipótesis necesaria para explicar otros hechos, la ciencia material sostiene que en el sólido más denso, así como en el gas más sutil, ni siquiera se tocan dos átomos, sino que los rodea una envoltura de éter, esos átomos flotan en el universo en un océano de dicha materia.

Así como la sensación de los animales y del hombre es debida a sus cuerpos vitales separados, así también los sentimientos de la Tierra están especialmente activos en el sexto estrato, que corresponde al Mundo del espíritu de Vida. Para comprender el sentimiento de placer que experimenta cuando se rompe una roca y el dolor que se le produce cuando se le originan adherencias, debemos recordar que la Tierra es el cuerpo denso de un Gran Espíritu, y para facilitarnos un medio adecuado y conveniente en el que podamos vivir y obtener experiencia, ha tenido que cristalizar su cuerpo hasta el estado de solidez actual.

El cuerpo vital de la planta se compone de los dos éteres más densos -el éter químico y el éter de vida- que permiten a la planta de crecer y propagarse, pero carece de los dos éteres superiores -el éter luminoso y el éter reflector-. De ahí que la planta no tiene sensaciones ni memoria de lo que pasa en su alrededor. Por lo tanto, la amputación de un tallo no es sentido por la planta, y cuando se rompe una roca, sólo está presente el éter químico, y los cristales no sienten. Pero sería erróneo deducir que no hay sentimiento alguno relacionado con tales actos, pues si las plantas y los minerales carecen de medios individuales para sentir, ellos están envueltos e interprenetados por los éteres y el Mundo del Deseo del plantea, y el Espíritu Plantetario lo siente todo. Lo mismo ocurre con un dedo
nuestro, no teniendo un cuerpo de deseos individual no puede sentir, pero el Espíritu interno, que mora en el cuerpo, siente cada lastimadura hecha al mismo.

del libro "El Cuerpo Vital", de Max Heindel
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